El principal problema reside en que cualquiera puede acceder a estos dispositivos y aplicarlos sin ningún diagnóstico previo ni criterio médico, lo que resulta fundamental para evaluar la naturaleza de la lesión cutánea y la mejor manera de eliminarla, si es que es necesario o conveniente hacerlo.
De esta forma, podemos saber si han aparecido lunares nuevos, si han crecido, si sus bordes son regulares o difusos, si ha variado su coloración o su forma… o si supuran o pican. Apreciar cualquiera de estos cambios debería hacernos pedir cita con nuestro dermatólogo, bien para descartar que haya algún problema serio, bien para diagnosticarlo y extirparlo a tiempo.
De esta forma, podemos saber si han aparecido lunares nuevos, si han crecido, si sus bordes son regulares o difusos, si ha variado su coloración o su forma… o si supuran o pican. Apreciar cualquiera de estos cambios debería hacernos pedir cita con nuestro dermatólogo, bien para descartar que haya algún problema serio, bien para diagnosticarlo y extirparlo a tiempo.
Además de que se trate de una lesión maligna (no de un lunar), hay otros motivos para quitarse un nevus. Estas razones pueden ser estéticas o prácticas, de forma que alguien puede decidir deshacerse de un lunar grande que afea alguna zona muy visible del rostro o el cuello o eliminarlo para evitar que este lunar sangre o moleste si está ubicado en una zona muy expuesta a enganchones o roces con la ropa, con cepillos y peines, cinturones, tirantes del sujetador…
De unos años a esta parte, se pueden adquirir (bien en farmacias, bien a través de Internet) dispositivos para eliminar los lunares sin necesidad de desplazarse a la consulta del dermatólogo. El mecanismo de acción de estos artilugios en forma de bolígrafo se basa en destruir el lunar quemándolo o congelándolo.
A pesar de que a priori estos productos pueden representar una gran ventaja en términos de agilidad terapéutica, comodidad para el paciente y ahorro para el bolsillo, lo cierto es que los especialistas se muestran en contra de su uso doméstico y advierten de que esta práctica encierra muchos riesgos, y se desaconseja de forma tajante.
A pesar de que a priori estos productos pueden representar una gran ventaja en términos de agilidad terapéutica, comodidad para el paciente y ahorro para el bolsillo, lo cierto es que los especialistas se muestran en contra de su uso doméstico y advierten de que esta práctica encierra muchos riesgos, y se desaconseja de forma tajante.
Para evaluar una lesión cutánea, en este caso un lunar, el dermatólogo se vale de sus conocimientos y formación médica especializada, entrenamiento diagnóstico y experiencia, así, a través de la observación directa y también de aparatología como la dermatoscopia, podrá realizar el diagnóstico correcto de la lesión pigmentada, y decidir su tratamiento.
En algunos casos, si el dermatólogo observa algún cambio clínico o dermatoscópico en un nevus, puede indicar su extirpación, o realizar una biopsia diagnóstica, para descartar malignidad.
Por otro lado, la falta de supervisión profesional hace imposible garantizar que el tratamiento se aplica correctamente. Asimismo, muchos de estos productos carecen de las instrucciones mínimas para el seguimiento y los cuidados que hay que aplicar en la zona tratada.
Un lunar, o nevus, nunca debe ser tratado o destruido por el paciente. Los lunares que se deciden extirpar por diferentes motivos, siempre deben ser analizados en el servicio de Anatomía patológica para poder realizar el correspondiente diagnostico histológico.